miércoles, 7 de enero de 2009

El Target: Televisa

El medio intocable, la imagen vívida de la distorsión infomativa, los que por muchos sexenios se codearon cómplicemente con el poder, los actuales posicionadores de estrellas de la política; habiendo sufrido una brusca pero no mortífera amenaza, gimen e imploran la justicia más perfeccionada, algo así como un ojo por ojo/diente por diente, justiciero y naturalizado en la figura de un gobierno que tiene los músculos flácidos.
Al igual que los grandes asesinos de nuestra historia moderna, policías federales y sus porros, al primer asomo de dolor los Azcárraga regiomontanos, junto con Recta, Goyo Martínez, Burandango y Óscar Burgos; salieron a lamerse las heridas y gritar por su amenazada libertad de expresión. Se antoja una dosis alta de humor negro que la transparencia informativa guíe los pasos de las televisoras regiomontanas, sobre todo de la empresa Televisa. Cuando los escándalos de su parcialidad descarada hacia diferentes personajes y sus intercambios pecuniarios, han sido en el mejor de los casos, motivo de disimulos ridículos.
Es deplorable cualquier tipo de violencia, pero igualmente bochornoso, es salpicar de catsup el traje de luces. Mucho más infamantes, son los crímenes perpetrados contra periodistas de Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Oaxaca; en los cuales en ningún momento, hemos visto que los funcionarios de más alto nivel de la policía estatal acudan al domicilio de los afectados. Mientras que en Nuevo León, los funcionarios de la procuraduría realizan visitas domiciliarias para calmar al paciente agraviado.
Así como no se armó mucha alharaca cuando los secuestrados no pertenecían al primer círculo del poder en México, también es notorio que en el periodismo también se siguen las pautas del riguroso escalafón. El título del artículo de Pablo Hiriart ("Todos somos Televisa", Excélsior, 7 de enero de 2009), muestra cuan degradante y patéticos son los ataques a los periodistas, al colocarnos en la muy difícil postura de victimizarnos al unísono con la compañía que triunfa traicionando el artículo 3 constitucional, con su muy horrísono lema de "la televisión para los jodidos".