lunes, 20 de septiembre de 2010

Día de fiesta

Lluveante, menesteroso de encapsularme en el brutal manicomio, hilvano en la modorra propia de la merienda, el eco imaginario del tumultuoso barullo. Las once de la noche se puede leer en la pantalla electroplástica; sigiloso, me escabullo para que Irma no repare en mi. Rehago el plan encendiendo el automóvil, la radio, un cigarrillo, el cual me cubre de un manto neblinoso.

Estaciono el coche a varias cuadras del antro, cavilo con chiflidos los ritmos tan próximos, la catarsis después de la quinta cerveza, los sudores afrodisíacos del gentío. Las luces de la mampostería apagadas, el portón donde tantas veces me sostenía etiquetado con la señal de clausura.

¿A dónde ir con tantas horas por venir?

domingo, 19 de septiembre de 2010

Historias del bicentenario

Un buen día, apaciblemente navegaba por el facebook, cuando se vino la invitación totalmente inesperada. Actuar como José María Morelos y Pavón, un honor para mí en el terreno de la ficción y lo histórico; un acto de saltimbanqui no premeditado.
Los ensayos de rigor, nada más era necesaria empatar la voz, actitud corporal de héroe en estampita de la miscelánea, saber las entradas, los cuadros dialógicos entre los personajes.
15 de septiembre, Jorge Paz se pinta el cabello para representar a Hidalgo, Carlos Nevárez se ajusta las patillas, Marilú poniéndose la falda debajo de su pantalón a rayas. Me pongo el paliacate, todavía se me traslapan algunas palabras de los diálogos -nunca fui machetero, siempre confiando en la naturalidad del ejercicio de la comprensión-, cuando me quito el reloj-pulsera, empiezo a meterme en la seriedad del personaje.
Claro en el escenario fue diferente, la gravedad se convirtió en complicidad en los dislates, en gallardía artificial, en divertimento de los sentidos. Al final, Allende, el mestizo y Morelos; reflexionaban rumbo a casa de Hidalgo, sobre las precariedades de la vida cultural en Monterrey.


Días antes del día de la celebración bicentenaria, Alonso Lujambio, recomendaba a la población que disfrutara el desfile y el grito desde la comodidad de casita. Como bien apunta Álvaro Cueva, ésa manía del gobierno federal actual de encerrarnos en el hogar dulce hogar, es un tanto repulsiva para un pueblo que gusta del mitote, huateque; y que se configura en la bola, el relajo, el desmadre.
Dicho y hecho muchos se quedaron en casa, muchos más peregrinaron al zócalo de la ciudad de México. Según las encuestas de Ignacio Zavala (el cuñado de Calderón, hermano de Margarita), las encuestas sobre la conmemoración fueron positivas hacia la labor gubernamental. Sin embargo, algo de insatisfacción desfila por el imaginario nacional.

sábado, 4 de septiembre de 2010

S15 y otras armas reservadas

Un rostro-papaya donde las semillas son los ojos,
la cáscara en carne viva;
dos rostros-sandía donde la muerte
se presume por el orificio quirúrgico de la catadura;
mientras tanto, rompemos nueces con los dedos.

Corramos, ve pronto,
empuña el periódico enrollado,
sácale zumbidos al aire
con el matamoscas implacable, pun-ti-a-gu-do,
que algún día se estrellará en el blanco.

(Preludios de Las historias de Bang-Bang)