jueves, 18 de agosto de 2011

El pensamiento moderno



La filosofía del Renacimiento aportó novedosas ubicuidades en la geografía humana, espiritual, cultural, natural y artística. La revolución que aquello significó ha llegado hasta nuestros días, aunque no pocas voces afirman que ése legado ha venido erosionándose. Los tiempos que habitamos de hipermodernismo, con ése genio avasallador de putrefactir todo a su paso, o también de relativizarlo con la ironía o el cinismo ilustrado, han venido a contradecir muchos de los pensamientos new age del Renacimiento.

Asistimos con El pensamiento moderno de Luis Villoro (FCE, México, 2010) a la muy fructífera lectura de una relación de méritos de los pensadores renacentistas entre los que podemos destacar a Nicolás de Cusa, Giovanni Pico della Mirandolla, Giordano Bruno, Leonardo da Vinci, Giambattista della Porta, entre muchos más.

Uno de ellos Nicolás Copérnico, no solamente al echar abajo la teoría heliocéntrico-ptolemaica nos quitó de un plumazo del centro de las cosas, sino que descentró la cómoda conciencia humana, el orden de las cosas catastróficamente fue alterado al posibilitar la libertad de la volición humana. Síntoma de ello, es la teoría política de Maquiavelo, para quien la virtud del “hombre nuevo”, es que la fortuna ya no depende de Dios (de acuerdo con el orden de las cosas del Medioevo), sino que la fortuna puede ser labrada de acuerdo a las cualidades o virtù de cada individuo.

Se desdobla el papel del hombre en el mundo. La concepción del hombre en la antigüedad lo colocaba como parte del todo, en cambio, en el Renacimiento, el hombre lo es todo, y se le inviste de la potestad demiúrgica, el dominio de la naturaleza, la capacidad de transformación de su entorno. Quizás una de las más detestables habilidades que pudo haber descubierto el ser humano, quizás una de las más asombrosas posibilidades en las manos e iniciativas idóneas (Ethos, virtus et studium).

Ése mismo tiempo precisa también del desarrollo de las ideas historicistas, y al contar el pasado se va revelando la tradición, la cultura de cada pueblo. Con ello, se entiende, el hombre adquiere conciencia de sí, se objetiva por los hechos y se valora con el paso del tiempo. Sin embargo, la actualidad nos ha enseñado que el hombre no aprende de la historia, y que puede tropezarse más de dos veces con la misma piedra.

También en la idea de la materia, Giordano Bruno, asienta que ella implica las formas, siendo la materia generatriz y madre de las cosas naturales. Y luego viene lo que más entusiasma de Bruno, cuando afirma que la naturaleza es la “uniforme sustancia” de todo. Y todo es uno. O sea, ahí tenemos la misma idea holística que permea los tiempos hipermodernos, donde todo tiene que ver con todo de alguna manera. Donde las conexiones entre las células, ideas, moléculas, pistilos y seres reptantes o erguidos en dos o tres patas; son una realidad omniabarcante, sin la cual es muy difícil la comprensión de los problemas que se nos vienen como humanidad-nación-comunidad.

La crisis y sus juglares



Una caída más en las perennes desaceleraciones de la economía o “la crisis” con mayúsculas y exhalaciones de fatiga. En el libro La crisis, testimonios y perspectivas (FCE, Mèxico, 2009), coordinado por Federico Reyes-Heroles y Francisco Suárez, se dan cita dos tendencias opuestas del análisis económico contemporáneo en México.

La primera representada en cierta forma en los artículos de Carlos Tello Macías, David Ibarra Muñoz y Jesús Silva-Herzog Flores; donde se hace un corte de caja al neoliberalismo imperante a nivel global y local, del mismo modo mencionan las imprevisibles implicaciones del colapso financiero global y los efectos sobre las deudas soberanas de algunas de las naciones, en ese momento el caso más sonado Islandia e Irlanda.

Los mencionados artículos hacen énfasis en la necesidad de que el Estado intervenga en momentos difíciles en la marcha de los mercados, posición neokeynesiana por antonomasia, la cual permea en muchas voces importantes académicas de la economía global.

Sin embargo, algo hace falta en tales posiciones para poder combatir el ambiente predominantemente neoliberal de los economistas en el poder mexicanos, dado que la perniciosa identificación que se hace de los economistas provenientes del período denominado del desarrollo estabilizador, afecta en la confiabilidad de los planteamientos anteriormente citados.

La segunda vertiente representada por Miguel Mancera, Pedro Aspe Armella, Jaime Serra Puche, Guillermo Ortíz Martínez, José Ángel Gurría y Francisco Gil Díaz; advierten que la crisis de 2008 fue provocada por un mal manejo financiero sobre todo de las hipotecas tóxicas, derivados financieros, así como de las empresas dedicadas a la ingeniería financiera. La mayoría afirma que la crisis del 2008 fue imprevisible, pero que esto no tiene que ver con la legitimidad y funcionalidad del sistema capitalista, sino que más bien se debe a un error humano, un yerro técnico.

Los tecnócratas, también dejan su análisis en el vacío del diagnóstico, haciendo una relación de las medidas adoptadas por la comunidad financiera internacional, pero tomando debida precaución de no valorar las consecuencias de los remedios temporales administrados en terapia de alto impacto.

En estos momentos donde la famosa “L” de la crisis amenaza de nueva cuenta, ahora no solamente a los Estados Unidos, sino también a la Unión Europea, urge la elaboración de una teoría económica de mayores alcances para el desarrollo humano y la justicia social. La palabra clave es la distribución de la riqueza, el triunfo del capitalismo ha significado hasta en Alemania, el crecimiento de las desigualdades.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Diario de una L anunciada

Sistema económico o política económica que no beneficia el desarrollo con justicia social y distribución justa del ingreso, está condenado, de acuerdo a lo que vemos en Europa en los últimos días; a gravísimas distorsiones y violentos despertares.