jueves, 26 de enero de 2012

Una economía, muchas recetas


En tiempos donde las grandes verdades económicas de la ortodoxia neoliberal se vienen tambaleando peligrosamente para los mismos promotores de la auto-regulación del mercado, un libro como el de Dani Rodrik (Una economía, muchas recetas, FCE, 2011), es el síntoma preventivo de que el actual modelo de “éxito” económico seguido a pie juntillas en nuestro país, a cada momento se vuelve insostenible.

El crecimiento económico

Una realidad inquietante es el hecho de que los países ricos crecieron 2.5% dentro del período de 1960 a 2004, mientras que los países del sureste asiático consiguieron un crecimiento del PIB per cápita de 3.7%, en el mencionado intervalo. En cambio, los países de África y América Latina, han obtenido crecimientos erráticos.

Rodrik en la primera parte de su libro, se enfoca en el análisis de las razones de tales disparidades, sobre todo en el caso de China, quien desde 1978 viene creciendo a una tasa promedio de 8% anual.

El profesor Rodrik, quien imparte cátedra en la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, sostiene que los países quienes han seguido las directrices económicas del llamado consenso de Washington, así como las acotaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI); solamente han logrado crecimientos marginales y no han podido alcanzar el mismo nivel de bienestar de los países más desarrollados. En tanto, los países que han seguido estándares propios de desarrollo, como el caso de las township and village enterprises, donde los derechos de propiedad están asignados a la localidad en donde se encuentra la empresa; o el modelo de producción de dos vías, en donde los campesinos pueden vender el superávit de su producción, después de haber cumplido con la producción requerida por el gobierno; los anteriores casos domiciliados en China, han generado un mayor dinamismo en la economía interna, y por ende, un mayor incentivo de inversión en otras actividades.

Las instituciones

Rodrik, en otra parte del libro señala, que una economía que tiene una buena racha de crecimiento y que tiene un período prolongado de estabilidad, tiende a la diversificación a través de una política industrial que sepa identificar las oportunidades de negocio por medio de una dinámica de intercambio de información entre el Estado y la empresa privada. Del mismo modo, el Estado dentro de una política industrial innovadora debe de incentivar los proyectos productivos innovadores durante un período de tiempo determinado, para luego ése mismo apoyo, de acuerdo a Rodrik, dedicarlo a otros proyectos que tengan una buena oportunidad de ser redituables para la economía de un determinado país.

La globalización

El meollo de la globalización está fincado en el comercio. La desaparición de las barreras arancelarias ha sido consistente a lo largo de los años, sin embargo, según indica Rodrik, no existen evidencias de un crecimiento positivo relacionado con la disminución de aranceles. Si acaso, en la década de los noventa, sí se manifiesta un crecimiento positivo; lo relevante radica en que sí existe evidencia de que los países ricos de la actualidad “se embarcaron en el crecimiento económico moderno parapetándose en barreras proteccionistas, pero ahora tienen pocas barreras comerciales”. Señala Rodrik, que los estudios los cuales aseguran que el crecimiento económico es más dinámico en un ambiente liberalizado de aranceles, contienen errores tales como que “no basan su análisis en políticas comerciales reales, sino que fusionan la macroeconomía, la geografía y las instituciones con la política comercial”.

De la misma forma afirma que, “es cierto que ningún país se ha desarrollado con éxito dándole la espalda al comercio internacional o a los flujos de capitales de largo plazo”.

Dani Rodrik, indica la pertinencia de buscar más desarrollo de los países pobres, en lugar de concentrarse solamente en el intercambio comercial o, en la explotación salvaje de los recursos naturales por parte de los países desarrollados. Èstos debieran permitir que los países pobres desarrollen sus propios modelos de desarrollo, de la misma forma los países menos desarrollados debieran buscar con menos vehemencia las recetas envenenadas de los organismos financieros internacionales.

martes, 24 de enero de 2012

Mitos del mercado auto-regulado



Hurgar en los sótanos de la historia económica, es empresa muy poco recurrida por los artífices de nuestro tiempo, sobre todo en el ámbito de los individuos investidos del poder de decisión. Algunos tecnócratas, fervientes admiradores de la fuerza natural del mercado, tributarios de la desregulación exacerbada, una y otra vez han señalado la imperiosa necesidad, para el desarrollo económico, de contar con una economía en donde el Estado no participe como actor, sino como facilitador, donde su quehacer sea la construcción de la infraestructura pública para el debido funcionamiento logístico de las empresas. En el texto La Gran Transformación, Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo de Karl Polanyi (FCE, México, 2011, 2ª reimpresión), se sostiene la idea de que el mercado auto-regulado contemporáneo no corresponde con la idea primigenia del teórico fundador del capitalismo Adam Smith, sino que fue subsecuente construcción de figuras como Thomas Robert Malthus (1766-1834), David Ricardo (1772-1823) y WilliamTownsend, entre otros.

Polanyi, contextualiza el siglo de la primera revolución industrial, con su protohistoria del capitalismo, donde menciona los problemas subyacentes a la transición de una economía feudal hacia una economía, donde la propiedad se convierte en un derecho fundamental inmutable, según lo menciona John Locke. Los primeros trastornos que se vivieron en Inglaterra fueron efecto de los cercamientos de las propiedades, el predominio de la actividad ganadera para la producción de lana, y la pauperización de los campesinos. Como respuesta a tal problemática, se establecieron diversas ayudas estatales como la Ley de pobres.

Polanyi, profesor de las universidades de Oxford y Cambridge, señala que la búsqueda de la estabilidad económica de las potencias europeas fundamentada en el patrón oro, facilitó, no solamente la paz, sino que también el surgimiento del Estado liberal, y el mercado auto-regulado. Sin embargo, “surgía al mismo tiempo un movimiento profundamente arraigado para resistir los perniciosos efectos de una economía controlada por el mercado. La sociedad se protegía contra los peligros inherentes a un sistema de mercado auto-regulado […]”.

La clave del éxito económico residía en el control del mercado del trabajo, para ello se establecieron reglamentaciones como la Ley Speenhamland, las cuales a la larga tuvieron un efecto paradójico, debido a que se establecían subsidios a los trabajadores que redundaron en una caída de los precios por el trabajo que el capitalista estaba dispuesto a pagar. Después de 1834 hasta 1870, puede hablarse de un mercado competitivo en el ámbito laboral inglés, sin embargo, esto fue en contra de los intereses de los trabajadores. “La reforma a la Ley de pobres de 1834 acabó con esta obstrucción al mercado de mano de obra: se abolió el ‘derecho a la vida’.”

Con la aparición de los sindicatos se restableció de cierta manera un equilibrio, en donde se desecha implícitamente la idea de que el mercado puede quedar libre de toda intromisión estatal, para de tal forma participar en la economía como un activo agente de cambio. Polanyi, señala las distintas etapas en la cual el sistema de patrón oro sufrió singulares pruebas: la aparición del nacionalismo monetario, las crisis económicas tanto de finales del siglo XIX, como la de la década de los treinta, y el rompimiento de tal sistema de referencia de valor internacional, el cual actualmente vuelve por sus fueros.

Como observa Joseph Stiglitz, en el prólogo al citado libro, “Polanyi expone el mito del libre mercado: nunca hubo un mercado auto-regulado de verdad libre. En sus transformaciones, los gobiernos de los países hoy industrializados tuvieron un papel activo no sólo en la protección de sus industrias mediante aranceles, sino también en la promoción de nuevas tecnologías”.

El libro de Polanyi puede ilustrarnos sobre los nuevos retos por-venir, y al mismo tiempo, hacernos reflexionar sobre los mejores caminos para el desarrollo y crecimiento económico, todo esto dentro de un contexto de un necesario replanteamiento estructural de por lo menos la economía de México.

jueves, 12 de enero de 2012

El Yoga

En la tradición occidental la filosofía es la piedra de toque del comportamiento individual o comunitario; en ocasiones instalado en la seguridad del pensamiento monolítico «monista», otras veces consciente de la mutación de las cosas y de la contingencia que implica el movimiento del tiempo, el espíritu y la materia. Las filosofías espirituales de oriente de alguna manera han estado comunicadas unas con otras, y uno de las prácticas espirituales vinculadas a todas ellas, fue y ha sido, el yoga.

Mircea Eliade en El yoga, inmortalidad y libertad (FCE, cuarta reimpresión 2011), hace un recorrido sobre los distintos puntos de contacto de la disciplina con las variadas espiritualidades del oriente, analizando los principales postulados, orígenes, finalidades, funciones y técnicas.

El yoga con sus prácticas ascéticas (control de la respiración, retención de semen, entre otras), busca el dominio de sí, lograr un estado de trascendencia, de desapego de las cosas, con el fin de alcanzar un estado de gracia. Es ahí donde muchos hablaban que los practicantes del yoga eran magos o semidioses, la liberación propiciada por la meditación y la concentración, constituyen una dimensión específica del espíritu indio.

Como un crisol, el yoga, logra estar presente en todas y cada una de las espiritualidades presentes en la India, desde el budismo hasta el islamismo, desde el cristianismo hasta el brahmanismo y el tantrismo; el yoga logra relacionarse como una práctica que refuerza las meditaciones estáticas.

Eliade, señala las primeras manifestaciones del yoga en la India aborigen, donde se manifiestan tres posiciones espirituales: “1) el éxtasis específico del chamanismo; 2) la liberación mediante el samadhi (concentración suprema, ‘conjunción), propio del yoga clásico y; 3) la jivanmukti(liberado en vida) que se confunde casi con la ‘inmortalidad en el cuerpo’, forma particular del yoga tántrico y alquímico”.

Lo anterior nos da a conocer el carácter ancestral de esta disciplina la cual se manifiesta en las principales espiritualidades de Asia y Oceanía. La tendencia mágica del yoga también se vio relacionada con la alquimia, dado que “ambas trabajan sobre la ‘materia viva’ para transmutarla, es decir para cambiar su régimen ontológico, ambas persiguen la liberación de las leyes del tiempo, es decir, el ‘descondicionamiento’ de la existencia, la conquista de la libertad y de la beatitud”.

Mircea Eliade, expone cada una de las características espirituales del yoga, diferenciando casi al final del libro el chamanismo del yoga. “El yoga no puede confundirse jamás con el chamanismo, ni integrarse a las técnicas del éxtasis: el fin del yoga clásico sigue siendo la perfecta autonomía, el éntasis, mientras que el chamanismo se define por su esfuerzo desesperado por alcanzar la ‘condición de espíritu’, por concretar el ‘vuelo extàtico’”. El punto en donde confluye el yoga y el chamanismo es la búsqueda de la “salida del tiempo” y la abolición de la historia. “Pero en tanto que el chamán sólo puede obtener esa espontaneidad mediante su éxtasis (cuando puede ‘volar’) y únicamente dura el lapso que dura éste, el verdadero yoguin, el que ha obtenido el samadhi y se ha vuelto jivanmukta, goza continuamente de esa situación no condicionada, es decir, ha logrado abolir de manera definitiva el tiempo y la historia”.
El texto de Eliade es de gran importancia para comprender los fundamentos de la disciplina, en tiempos donde proliferan los centros de meditación y las clases a domicilio, no se debe echar de menos la lectura de un documento etnológico que nos describe pormenorizadamente una filosofía tan exquisita.