jueves, 18 de agosto de 2011

La crisis y sus juglares



Una caída más en las perennes desaceleraciones de la economía o “la crisis” con mayúsculas y exhalaciones de fatiga. En el libro La crisis, testimonios y perspectivas (FCE, Mèxico, 2009), coordinado por Federico Reyes-Heroles y Francisco Suárez, se dan cita dos tendencias opuestas del análisis económico contemporáneo en México.

La primera representada en cierta forma en los artículos de Carlos Tello Macías, David Ibarra Muñoz y Jesús Silva-Herzog Flores; donde se hace un corte de caja al neoliberalismo imperante a nivel global y local, del mismo modo mencionan las imprevisibles implicaciones del colapso financiero global y los efectos sobre las deudas soberanas de algunas de las naciones, en ese momento el caso más sonado Islandia e Irlanda.

Los mencionados artículos hacen énfasis en la necesidad de que el Estado intervenga en momentos difíciles en la marcha de los mercados, posición neokeynesiana por antonomasia, la cual permea en muchas voces importantes académicas de la economía global.

Sin embargo, algo hace falta en tales posiciones para poder combatir el ambiente predominantemente neoliberal de los economistas en el poder mexicanos, dado que la perniciosa identificación que se hace de los economistas provenientes del período denominado del desarrollo estabilizador, afecta en la confiabilidad de los planteamientos anteriormente citados.

La segunda vertiente representada por Miguel Mancera, Pedro Aspe Armella, Jaime Serra Puche, Guillermo Ortíz Martínez, José Ángel Gurría y Francisco Gil Díaz; advierten que la crisis de 2008 fue provocada por un mal manejo financiero sobre todo de las hipotecas tóxicas, derivados financieros, así como de las empresas dedicadas a la ingeniería financiera. La mayoría afirma que la crisis del 2008 fue imprevisible, pero que esto no tiene que ver con la legitimidad y funcionalidad del sistema capitalista, sino que más bien se debe a un error humano, un yerro técnico.

Los tecnócratas, también dejan su análisis en el vacío del diagnóstico, haciendo una relación de las medidas adoptadas por la comunidad financiera internacional, pero tomando debida precaución de no valorar las consecuencias de los remedios temporales administrados en terapia de alto impacto.

En estos momentos donde la famosa “L” de la crisis amenaza de nueva cuenta, ahora no solamente a los Estados Unidos, sino también a la Unión Europea, urge la elaboración de una teoría económica de mayores alcances para el desarrollo humano y la justicia social. La palabra clave es la distribución de la riqueza, el triunfo del capitalismo ha significado hasta en Alemania, el crecimiento de las desigualdades.

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