martes, 24 de enero de 2012

Mitos del mercado auto-regulado



Hurgar en los sótanos de la historia económica, es empresa muy poco recurrida por los artífices de nuestro tiempo, sobre todo en el ámbito de los individuos investidos del poder de decisión. Algunos tecnócratas, fervientes admiradores de la fuerza natural del mercado, tributarios de la desregulación exacerbada, una y otra vez han señalado la imperiosa necesidad, para el desarrollo económico, de contar con una economía en donde el Estado no participe como actor, sino como facilitador, donde su quehacer sea la construcción de la infraestructura pública para el debido funcionamiento logístico de las empresas. En el texto La Gran Transformación, Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo de Karl Polanyi (FCE, México, 2011, 2ª reimpresión), se sostiene la idea de que el mercado auto-regulado contemporáneo no corresponde con la idea primigenia del teórico fundador del capitalismo Adam Smith, sino que fue subsecuente construcción de figuras como Thomas Robert Malthus (1766-1834), David Ricardo (1772-1823) y WilliamTownsend, entre otros.

Polanyi, contextualiza el siglo de la primera revolución industrial, con su protohistoria del capitalismo, donde menciona los problemas subyacentes a la transición de una economía feudal hacia una economía, donde la propiedad se convierte en un derecho fundamental inmutable, según lo menciona John Locke. Los primeros trastornos que se vivieron en Inglaterra fueron efecto de los cercamientos de las propiedades, el predominio de la actividad ganadera para la producción de lana, y la pauperización de los campesinos. Como respuesta a tal problemática, se establecieron diversas ayudas estatales como la Ley de pobres.

Polanyi, profesor de las universidades de Oxford y Cambridge, señala que la búsqueda de la estabilidad económica de las potencias europeas fundamentada en el patrón oro, facilitó, no solamente la paz, sino que también el surgimiento del Estado liberal, y el mercado auto-regulado. Sin embargo, “surgía al mismo tiempo un movimiento profundamente arraigado para resistir los perniciosos efectos de una economía controlada por el mercado. La sociedad se protegía contra los peligros inherentes a un sistema de mercado auto-regulado […]”.

La clave del éxito económico residía en el control del mercado del trabajo, para ello se establecieron reglamentaciones como la Ley Speenhamland, las cuales a la larga tuvieron un efecto paradójico, debido a que se establecían subsidios a los trabajadores que redundaron en una caída de los precios por el trabajo que el capitalista estaba dispuesto a pagar. Después de 1834 hasta 1870, puede hablarse de un mercado competitivo en el ámbito laboral inglés, sin embargo, esto fue en contra de los intereses de los trabajadores. “La reforma a la Ley de pobres de 1834 acabó con esta obstrucción al mercado de mano de obra: se abolió el ‘derecho a la vida’.”

Con la aparición de los sindicatos se restableció de cierta manera un equilibrio, en donde se desecha implícitamente la idea de que el mercado puede quedar libre de toda intromisión estatal, para de tal forma participar en la economía como un activo agente de cambio. Polanyi, señala las distintas etapas en la cual el sistema de patrón oro sufrió singulares pruebas: la aparición del nacionalismo monetario, las crisis económicas tanto de finales del siglo XIX, como la de la década de los treinta, y el rompimiento de tal sistema de referencia de valor internacional, el cual actualmente vuelve por sus fueros.

Como observa Joseph Stiglitz, en el prólogo al citado libro, “Polanyi expone el mito del libre mercado: nunca hubo un mercado auto-regulado de verdad libre. En sus transformaciones, los gobiernos de los países hoy industrializados tuvieron un papel activo no sólo en la protección de sus industrias mediante aranceles, sino también en la promoción de nuevas tecnologías”.

El libro de Polanyi puede ilustrarnos sobre los nuevos retos por-venir, y al mismo tiempo, hacernos reflexionar sobre los mejores caminos para el desarrollo y crecimiento económico, todo esto dentro de un contexto de un necesario replanteamiento estructural de por lo menos la economía de México.

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