jueves, 18 de junio de 2009

Democracia Anulada

El movimiento llamado de diferentes maneras, que propende al voto en blanco o anulación de la boleta electoral, ha llamado la atención de todos los actores político-electorales. Algunos lo han considerado como una manera de expresar el descontento del electorado ante la serie de tropelías políticas de los partidos, otros han rasgado sus vestiduras, aduciendo que es un complot contra la democracia; la cual se alimenta y depende de los órganos monopolizantes de la representación política.
Pero la comicidad llegó al desenfreno, cuando Eduardo Guerra, presidente de la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León, descalificó el voto en blanco argumentando que, "hay alrededor de 4,200 candidatos a cargos públicos, de los cuales hay mucha gente valiosa". Declaración vertida en el programa "Cambios", la cual se muestra totalmente interesada en seguir sosteniendo el inaceptable monopolio de la representación política por parte de los partidos. Es natural, la declaración de Eduardo Guerra, debido a la naturaleza y dinámica de la institución que preside, donde todos saben que de los cabildeos de los partidos políticos dependen su presupuesto y sobrevivencia política.
Pero lo tragicómico fue lo externado por el representante de una agrupación juvenil "prodemocrática", quien propuso el llamado "Voto Bonito", el cual consiste en realizar una cruz simétrica en el cuadro del candidato que el electorado considere idóneo. Ésa candidez sonó más a complot frente a la inocencia de los defensores de la anulación de la boleta.
Se reconoce la valentía del maestro Claudio Tapia, quien en el citado programa defendió la idea del voto en blanco, aunque es preciso decirlo, tanto los conservacionistas del voto hacia los partidos, como los caudillos del voto en blanco, no ven el asunto nodal que está en juego en la manoseada representación política. El problema central es la necesidad de modificar el concepto de mandato plasmado en la constitución, debido a que al momento de que los diputados y senadores, o el congreso local, entran en funciones ya no responden a su electorado. Esto no necesariamente nos empuja hacia la idea de la reelección de los diputados, senadores, o alcaldes; esto nos llevaría primero hacia la representación de cada sección electoral en el congreso, así como el deslinde de responsabilidades en caso de no responder adecuadamente al mandato otorgado.
Luego se podrá incrustar la idea de la reelección, revocación de mandato, y demás figuras jurídico-políticas que vengan al caso. Pero imponer la reelección se antoja arriesgado ante una democracia que no está en un momento de consolidación, sino que se encuentra en franco retroceso. Las dos posturas (conservacionista vs insurgente), reflejan la total candidez, interesada o sin interés, la cual le otorga una confianza desmesurada hacia una institucionalidad, totalmente degradada.

2 comentarios:

Montserrat dijo...

Señor Licenciado.

Me quedè admirando este texto un buen rato. Lo leì y lo releì como quien descubre una verdad que se sospecha pero que no sabe explicar. Este es tu camino y sin demeritar tus trabajos anteriores, creo que es uno de los mejores textos que has publicado. El tema, la forma de tratarlo, la clasificaciòn de insurgentes y conservadores es tan sùtil como certera. Es un texto objetivo, no rojo, no de derecha que en tiempos electorales se vuelve una joya. Gracias por componerlo y compartirlo. Que haya muchas màs letras y màs dìas como èste.

Un abrazo con mucho cariño.
Montserrat.-

Ramona Cantú Westendarp dijo...

Estimado Alejandro,

Aunque mi conocimiento en política es casi nulo, intento suplirlo con mi "saber" de la naturaleza humana. Es desde esa lectura que me pareció muy interesante y certero tu texto. Felicidades!

Esa frase de Eduardo Guerra en donde encuentras comicidad (trágica) "...hay mucha gente valiosa." A mi me gana la risa el imaginar qué pensará de "la otra gente, la que no es valiosa".

En cuanto a lo que dices del mandato plasmado en la constitución me gustaría que elaboraras más sobre los mandatos transgeneracionales, los no escritos en tinta que inciden en éste retroceso democrático.

Por cierto, soy de las indecisas....voto en blanco o tin marín.

un abrazo