jueves, 10 de diciembre de 2009

Solipsismos Bastardos

Monólogo de Zoroastro
Escena 1
(De pie ante los tubos de Gómez Morín, entrecortado por el juego delante/detrás de la cámara, Zoroastro, habla de manera soberbia)
“Amurallado como imperios de un mil años de encierro, trepo por el borde de las montañas, como bestia feroz en busca de presa fácil... Te lo he dicho muchas veces, acá lo importante es el ruido tintineante del bolsillo... Un cuarto del paquete de marihuana, o algo de coca, para darnos una divertida horrenda... Desvestí alguna vez a ésa vieja enana, india pendeja con el pubis tan asqueroso... Sí como el de una perra... Sí, háblame al celular, y si no contesto, me dejas recado... Correcto, mañana a las 9 en el campestre”.
“Para qué necesitamos bufones en este momento, si nada más con descargar el látigo sobre Román, hace hasta lo insufrible... Eres una niña preciosa y me encantas, nos pasamos un rato juntos, chido... No mames, qué pendejo, le diste en la madre al Be-eMe; y ahora qé, ni por algún asomo de inteligencia dejaría embotada a Mónica, imagínate el pedo...”.
“Muy bien repartidos los roles en la ciudad, nosotros los que mandamos, ellos los que obedecen; o en otros términos, ellos tan inconscientemente esclavizados, y nosotros, inútilmente libres. Como ir jugando al equilibrista y a mitad del cable darte cuenta de que siempre has estado tocando el piso, ensueño de hacer algo único/irrepetible, pero por lo mismo buscas la aguja en el pajar y la bolita de cabello tirada en el lavabo y después de cavar hoyos por toda la vida te avientas en el último que escarbaste”.
“Todos los días salgo a patinar por el laberíntico paseo, rodante como piedra en despeñadero pavimentado”.

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